Octubre de 1980 / Página # 15
por el Dr. Manuel A. García Iglesias
Para los farmacéuticos, boticarios y prácticos de farmacia cubanos vayan mi más profundo reconocimiento y expresión de gratitud.
En nuestra Villa existían, por lo menos hasta 1938, año en que abandoné aquellos lares, extremadamente bien surtidas y mejor atendidas "boticas."Orientándome de norte a sur, recuerdo las siguientes: La del doctor Angel Tejerina, situada en la esquina de las calles Carmen Ribalta y Luis Mesa, frente al "Escolar." Tejerina era además corresponsal del periódico "El Mundo", y su hijo Angelito estudió en el colegio laico Martí, donde se graduó de bachiller en Letras y Ciencias. La de Castiñeira estaba ubicada en la calle Marta Abreu, entre las de Calixto García y Máximo Gómez. Ñico Martin Mena era el práctico de farmacia hasta que terminó sus estudios de medicina, en que se trasladó para la capital, teniendo después su consultorio médico en la calle Perseverancia, habiendo fallecido muy prematuramente.
En la calle de Maceo dejé ubicadas tres farmacias: a) La de Secundino Veiga, en la acera del "20 de Mayo", entre Carmen Ribalta y Calixto García. Veiga era un competentisimo profesional, pero un mal comerciante. Cierta vez fui a comprar un pomo de Pulmoserum, un patente francés, que valía unos tres pesos. Veiga me aconsejó que comprara otro fabricado por Sarrá, diciéndome: "Es la misma fórmula y solamente cuesta setenta centavos." Y según me contaban, estas recomendaciones las repetía muy a menudo.b) En la esquina de Céspedes y Maceo estaba la del doctor López Silvero, cuyo práctico de farmacia lo era el buen amigo Parayuelos. Después esta farmacia pasó a ser del doctor Juan Antonio Yanes, esposo de Esther Santos, prima de mi esposa, y ambos muy queridos por todos.
c) La del doctor José Canut, en Colón y Maceo, que tenía una extensa clientela proveniente, sobre todo, de la consulta de su hermano Enrique. El práctico lo era el afable amigo "Pistolita."En Carmen Ribalta, al lado del Hotel Siglo XX, estaba la del amigo Pérez, que después se trasladó al frente; y entre Maceo y Martí la del doctor Rafael Gutiérrez Quirós, que después paso a ser de su hijo Rafaelito.
En Martí y Solís, estuvo mucho tiempo la de Pepe Bory, desaparecido trágicamente con su esposa e hijo, en Cayo Cristo, durante el terrible ciclón de 1933.
Después se hizo cargo de la misma el buen amigo Cuco Menéndez.
En Solís y Padre Varela, se encontraba la de Jesús Garay, que también contaba con gran clientela, pues el practicaba —como su ilustre padre don Juan Garay— la medicina homeopática. En una visita posterior que hice a nuestra Villa encontré a Fofo Garay y a Bartolomé Burquet, cooperando con don Jesús.
El doctor Enrique Revuelta tenía su fannacia en Calixto García y Plácido. En Céspedes y Padre Varela estaba situada la del doctor Felipe Esparza, con la residencia familiar al fondo de la misma. En esa residencia se efectuó la reunión donde se fundó el "Liceo de Sagua", en cuya primera Directiva figuraba como presidente el coronel Manuel Alverdi. Cuando falleció don Felipe, lo sustituyó su hijo, conocido cariñosamente por Felipito.
En la Calzada de Backer se encontraba la farmacia del doctor Ramón Pérez, padre de una numerosa familia, y quien fuera profesor de Física y Química en el colegio "La Prensa."
En mis años infantiles conocí en Isabela de Sagua la farmacia de Badía, no pudiendo agregar más detalles por mi alejamiento del ultramarino pueblo, cuna de los Valdés y los Morejón, ilustres compañeros de Directiva municipalista en el exilio.
Revista “El Undoso” / Octubre 1980 / página 15