Al Maestro … y Poeta
MANUEL GAYOL FERNANDEZ
Por: Bibi Armas de Arenas
He tenido el privilegio de ser una de las primeras lectoras de un poemario que toca la más intrincada fibra de mi sensibilidad.
Los fragmentos de literatura exquisitamente escogidos para ilustrar una teoria cuyo autor es Manuel Gayol Fernández fueron las primeras incursiones —en mi remota niñez--- que hice en el mundo de la palabra generadora de belleza. Y ese autor que contribuyó tanto a desarrollar en mí lo que hoy es esencial en mi vida, se me presenta ahora como espléndido poeta
aunque él iesquive autollamarse con ese nombre de infinitas connotaciones., Desde el primer momento, nos impresiona el titulo del poemario: Sueño y realidad - eso es poesia - y luego tocando eternos y variados temas va dándole unidad al conjunto de poemas y se desnuda el alma del artista, que es como único concibo al verdadero creador.
Hay un acertado balance en los mensajes transmitidos y en las formas utilizadas y aflora a través de la obra el amor a la patria y el “amor” en sus vastas dimensiones. Y . . . ¿Cómo encontrar palabras para agradecer una vez más al admirado poeta, el que me dedicara una de sus composiciones? En este momento se me ocurre ofrecerle mi poema “Plenitud”, que es el último de un ramillete de versos que titulé:
“Motivos de poeta”. En ese poema trato de expresar lo que significa el sublime privilegio de poder poetizar, por lo tanto nada mejor puedo obsequiarle al doctor Manuel Gayol Fernández, quien a su erudición une una de las más exquisitas sensibilidades poéticas de nuestra Cuba querida…
Me hablaron los montes
de un silencio infinito,
y quise ser monte
hacerme soledad,
pero hubo reclamos
de voz y de presencia,
no pude ser monte.
¿ A dónde iré a pensar?
Ser música quise.
Refugiada en el bosque
imitaba la orquesta
de los mil profesores,
pero sólo fui eso:
imitación de orquesta,
sin auténticas notas
no se entonan canciones.
En un vaivén sin tregua
unir los mundos quise.
Contemplé el renovado azul
de tierras juntador,
y pensé que podría,
hermanar a los hombres
convertida en el agua
del azul contemplado,
que remoto deseo,
ni aún los más cercanos
supieron del intento
de este viaje sin fín.
Transformarme en estrella
ansié en oscura noche:
sentirme luz!
no habría quien fuera superior,
pero nunca un cuentista
cantó en sus narraciones
leyendas de mi estrella,
qué lánguida y tenue,
que exigua mi estrella,
se persiguen luceros,
¿podria yo dar luz?
Y pretendi ser rosa,
de todas la más bella,
la de mejor fragancia,
la más suave rosa;
la rosa sin espinas
que fuera mitigando
del hombre su dolor,
y no era más que silvestre florecilla
ahogada por el pasto,
sin piedad pisoteada…
Y pretendi ser fuego,
y no era más que una frágil llama
que apagaba el suspiro de un niño.
y pretendi ser cascada,
peinada por el viento,
danzarina al compás
del aleteo de las aves fugaces
que se mojaran en mis aguas
incansables y huidizas,
…y no era más que un leve brote,
que frustró a un sediento y diminuto colibrí.
Algo queria ser,
mis anhelos distintos o acercados,
incumplidos, deshechos,
me apagaban el lumen.
Y no pude ser monte,
ni música,
ni mar.
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ARCHIVO SABANEQUE
1970 - 2011