Gracias a Doña Celia A. Castellanos nos quedó esta curiosidad histórica que muy pocos conocen.
Se escribe, se oomenta y se escudrina en el pasado, para recordarle a la generación presente los valores denuestra patria y especialmente de nuestro pueblo, que prestaron su aporte en el campo de la ciencia, de la intelectualidad y del arte; pero hay elementos que ofrecieron su valioso concurso donde quiera que el destino los situó, y que, por modestia, cruzaron por nuestro lado sin que sus nombres fueran conocidos ni mencionados jamás.
Hoy nos vamos a referir, honrando su memoria, a una muchacha sagüera, que desde los albores de la República colaboró en la Secretaría de la Administracion Municipal de nuestra Sagua la Grande. Se trata de la senorita Carlota Canellada, que modesta y sencilla, laboró junto a su mesa de trabajo, siendo una gran colaboradora del Jefe de su Departamento. Siempre amable, con suave sonrisa, complaciendo a cuantos acudian a ella en busca de solución a sus problemas.
Era siempre la primera en llegar a la oficina por las mañanas y siempre era la última en retirarse por las tardes. Cierta vez anunciaron desde la Capital que llegaría a Sagua un personaje chino, para cuya visita se habia preparado una gran recepción por la Colonia China, pues hay que recordar que ellos allí contaban con un gran Casino y varias Sociedades y eran numerosas las familias y los comercios allí establecidos; pues bien, pasaron invitación al Ayuntamiento con el ruego de que asistiera el señor Alcalde (o algún otro miembro del Municipio que él designara) a la hora del arribo del visitante.
El señor Alcalde estaba ausente y el día y hora en que debía estar presente tampoco podía asistir el Secretario de la Administración que, por sustitución reglamentaria le correspondía, por encontrarse enfermo; así que se comisionó a la Srta. Canellada, Oficial Primero del Departamento, para que en nombre del señor Alcalde hiciera acto de presencia en la estación del ferrocarril, junto a los miembros de las demás comisiones.
A la hora señ alada partió nuestra coterránea, presentándose con su habitual modestia a la Comisión de recibo; allí, además de situaría en lugar destacado que como delegada de tan alta investidura le correspondía, se le demostró gran simpatía y distinciéón, dejando ella, en aquella oportunidad, pruebas irrefutables del valor intelectual que ya, desde entonces hasta estos días, ha sabido demostrar la mujer sagiiera.
Llegaron los días aciagos del aio 33; en Sagua La Grande, como en los demás Municipios de la isla, fue destituido el Alcalde y disuelta la Cámara Municipal, y al tener necesidad la Comisión Revolucionaria que presidía los asuntos oficiales en aquella oportunidad, de nombrar un Alcalde de Facto, fue nombrada nuestra coterránea, desempeñando, en circunstancias tan apremiantes, tan alto cargo con eficiencia y valor extraordinarios.
Estas notas narradas sencillamente con el calor que da un amable recuerdo del pasado, describe a grandes rasgos la calidad humana de nuestra inolvidable coterránea, cuya foto enaltece las páginas de EL UNDOSO.
Mayo, 1974.
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