Antes de llamársele “Parque de la Independencia” se conocía al sitio como: “Plaza de Armas” y era allí donde se concentraban la mayoría de los comercios, vendedores ambulantes y donde acudía la población para socializar y recrearse por lo que también se le llamaba “Plaza del recreo”. El parque central actual, jumto a la iglesia (Parque de la Libertad) aún no existía antes de 1880 y toda esa área a la izquierda del templo lo ocupaba un arreglado césped rodeado por gruesas cadenas que limitaba el acceso a lo que se conocía como: “panteón de Doña Inés”. Pero aún después de construído el actual parque, el hábito de reunirse en el antiguo duró algunos años más; !Llevaban 100 años reuniéndose allí! y se hacía muy difícil romper el hábito. Sus padres también lo habían bautizado con un tercer nombre y este era: “Plaza del Recuerdo”, indudablemente que este sitio evocaba agradables recuerdos pues desde la época de Los Patriarcas allí habían sucedido muchos acontecimientos y pudiera decirse que “el tallo” de la Historia de Sagua crecía en aquel sitio.
Aunque no dudo que este emplazamiento sea mucho más antiguo, se sabe históricamente que Don Cristóbal González con su esposa Doña Gertrudis de los Santos tenía aquí su casa y sitio de labor en 1770. Este terreno fue pasando por varias manos como Don Gregorio Fariñas y Don Baltasar Sampere; Don Juan López Solén en 1792; Don José Velázquez y por último en 1806 lo adquiere Don Juan Caballero que es el fundador de Sagua en 1812 el cual reparte parcelas para los primeros habitantes de vencidad urbana.
Durante las exploraciones con mi inolvidable Grupo Sabaneque de Sagua, teníamos por costumbre llevar una lista de incógnitas que cada día aumetaba. A veces, al revisar la extensísima recopilación de preguntas, me tropezaba con esta: ¿por qué tan codiciado el rectángulo del Parque de la Independencia?.
Y es cierto, por muchos años la historia de Sagua se desarrolla en en este pedacito de terreno y no dudo que también aquí haya estado la Ciudad Prehistórica que tanto hemos buscado por toda la antigua jurisdicción. Se necesitaría excavar muchísimas capas por debajo del parque pues incluso dice la tradión que el cementerio original estaba aquí y que los primeros fundadores descansan en esta área, por lo que localizar estratos anteriores a 1492 implicaría bajar varios metros. Todas las grandes (y pequeñas) ciudades del mundo tienen su fundamento en un sitio prehistórico muy bien escogido por los primeros grupos humanos que arribaron a la región, y Sagua no es excepción, pero ¿donde?. De las 455 manzanas que componen el núcleo urbano de la ciudad (y algunos solares irregulares) esta es precisamente la candidata, según regla arqueológica, a convertirse en la principal sospechosa.
Hagamos una dramatización o experimento de conquista:
EN BUSCA DE LA MESETA HISTORICA
“Supongamos que después de encontrar la gran desembocadura del majestuoso río Sagua, comenzamos a ascender su curso buscando el sitio ideal para establecernos. El Dorado resultó paradisíaco pero aquí aún el agua no es potable (aunque algunos colonos decidan quedarse). Quizás Santa Ana sea una pequeña meseta tan sólida como El Dorado y aún mejor pues el agua ya no es salobre pero el río es muy profundo y la inmensa corriente nos divorcia de la otra orilla, además buscamos la base para la gran ciudad. Continuamos remontando el Undoso y de pronto nos encontramos una enorme meseta horadada por un río tan bajo que forma los primeros pasos naturales que hemos encontrado en todo el trayecto; más adelante encontramos otros pasos mucho mejores, pero tampoco deseamos establecernos tierra adentro pues la cercanía al mar también nos es necesaria. Así que por lo tanto, este será el sitio ideal para nuestra tribu”.
Recordemos que en la zona de Sagua hemos fechado sitios arqueológicos con dos mil años de antiguedad (y recientemente se ha alargado más la fecha). El sitio que excavamos en El Dorado en 1975 nos mostró una población Siboney (aspecto: Guayabo Blanco) que pescaba en el Sagua al mismo tiempo que Cristo lo hacía en Palestina. Así que durante siglos el indio ya había conformado una red de caminos que luego el español aprovechó. A la llegada de los conquistadores a Cuba, esta era una inmensa selva pero de ninguna forma incomunicada como pudiera pensarse, y las narraciones de los llamados “Cronistas” dan fe de esta afirmación.
Quizás todo ese velo místico que observamos sobre nuestro parque de la independencia se deba a la simple estrategia geográfica que hemos comentado, agregando que en la época de las crecidas del río, este pedazo se mostraba aún más idóneo si se comparaba con el resto de las parcelas rivereñas. Por eso continuó cambiando de manos, cambiando su nombre, cambiando su aspecto, pero nunca perdiendo la supremacía que siempre tuvo durante todo el siglo XIX.
El 11 de junio de 1812 Don Juan Caballero obtuvo el permiso de Don Juan José Díaz Espada y Landa, Obispo de La Habana para la bendición y uso de una pequeña Iglesia o Ermita de madera que había construído en este terreno, ya que desde 1796 se venía usando la casa de Don Francisco Martín Rodríguez, entre otras como templo católico y esta pequeña capilla fue la segunda Iglesia de Sagua por unos trece años hasta que en 1825 se construyó una grande de madera en el mismo Parque de la Independencia. La hermosa Iglesia de gruesos tablones y fina teja fue el sitio de oración de toda una generación hasta que en 1860 se construyó la cuarta Iglesia, nuestra maravillosa parroquia que ya cumple 140 años, en el “Parque Nuevo”. Pero continuaremos con el “Parque Viejo”.
Continuaba la población de la Villa creciendo en semicírculo alrededor del sitio en cuestión que en forma de parque rodeaba la iglesia de madera. Todos los eventos sociales venían a celebrarse aquí y vió esta Plaza, bailes, orquestas, eventos recreativos y fiestas como la sonada de los días 24 y 25 de mayo de 1858 que celebrando el nacimiento del Rey Alfonso XII se embelleció completamente y bajo el disparo de cañón y el repique de las campanas todo el pueblo se volcó a la Plaza donde pequeños quiosquitos a su alrededor vendían sus mercaderías. En la noche bengalas, y al segundo día un hermoso globo aerostático ascendió hasta perderse de vista, descendiendo más tarde en Cayo Verde a 7 leguas de Sagua. Después se pasó a la cucaña (un deporte fluvial muy antiguo del Undoso) donde compitieron por una onza de oro, un español, un chino, un negro y un muchacho del pueblo en representación de Europa, Asia, Africa y América, obteniendo el triunfo finalmente el continente Americano. La festividad culminó con el típico baile que no podía faltar.
En septiembre de 1861 se volvió a cambiar la configuración del parque con la construcción de la Plaza del Mercado aprovechando el viejo Bazar de la Iglesia. Con la transformación a verdadero parque en 1867 el cuerpo Municipal publicó una declaración para evitar la confusión de nombres que se le daba a la Plaza y estableció oficialmente que ésta se llamaba: “Plaza Isabel II”, pero ya en 1882 su estado ruinoso llevó a que Don Delfín Tomasino la restaurara y diera su máximo explendor, por lo que se acuerda llamarle: “Plaza Tomasino”, sus farolillos ya alumbraban con gas y el petróleo quedaba en el pasado.
Esa es, a grandes rasgos, la historia de la “manzana” más interesante de Sagua La Grande donde he pasado horas contemplando la interesante arquitectura que lo rodea y tratando de atravesar el enigmático túnel del tiempo que allí debe existir.
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Escrito por Pedro Suárez en la Revista El Undoso # 289, marzo, 2000, página 13.
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